La Torre Latinoamericana, diseñada por el arquitecto mexicano Augusto H. Álvarez, es un rascacielos que se ha convertido en emblemático para la Ciudad de México y justamente catalogada como monumento artístico por el INBA
Su innovador sistema estructural y de cimentación, los cuales ayudaron sustancialmente al proyecto para alcanzar una altura de 182 metros y sus 44 pisos, así como su historia ante estar construida en una zona de alto riesgo sísmico, la han convertido en un ejemplo de innovación y todo un hito en la historia de la arquitectura e ingeniería mexicanas.
La construcción de la torre se inició en febrero de 1948 y terminada para el 30 de abril del año de 1956 con una altura final de 182 metros (la torre mide 138 m y la antena 44 m). En el terreno, de 1 171 m2, la Torre Latinoamericana se inauguró como el primer y más grande edificio en el mundo.
Para lograr que la torre tuviera su altura oficial de 181.33 m se empleó un material muy ligero y resistente: el acero clasificado con la denominación 47, considerado como el más innovador en aquel momento.
Otras de las aportaciones que atrajo consigo la construcción de la torre fue el uso de un acristalamiento doble en las fachadas, material aislante térmico y acústico. También fue muy importante el abastecimiento y drenaje de agua, ya que fue la primera vez que en México se implementó una instalación hidráulica con tubería de cobre.
Para soportar un peso total de edificio de 24.100 toneladas, se construyó una estructura rígida de acero con un peso de 3.200 toneladas; que dan forma a 3 sótanos y a sus 44 pisos con una superficie construida de 27.700 metros cuadrados de cristal y 3.200 metros de lámina acanalada de aluminio; la instalación sanitaria por sí sola pesa 50 toneladas y existen más de 4.000 lámparas para iluminación.
Otro aspecto a destacar es el sistema de inyección de agua bajo la cimentación, el cual es capaz de provocar empujes diferenciales y así compensar esfuerzos que tiendan a inclinar la estructura. Como la Ciudad se hunde más que los edificios cimentados sobre la capa dura, se previó en la losa de la planta baja un sistema para poder bajarla y así evitar un desnivel con la banqueta.
Gracias a su construcción con estructura de acero y pilotes profundos, que fueron necesarios dada la frecuencia de sismos en la Ciudad de México, y la composición lodosa del suelo que hace complicada la construcción sobre ese terreno, recibió el premio del American Institute of Steel Construction (Instituto Americano de la Construcción de Acero), por ser el edificio más alto que jamás haya sido expuesto a una enorme fuerza sísmica.
Toda la estructura metálica de la torre fue remachada a mano en cada junta mediante obra de mano mexicana.